En 1995 sucedió en el cementerio de Tolosa con la llegada de los cuerpos de Lasa y Zabala…
En 2006 sucedió en Portugalete y Santurtzi …
Cuatro días después de que Igor Angulo apareciera muerto en la cárcel de Cuenca (27.2.2006), el preso de Portugalete Roberto Sáiz falleció de un infarto en Aranjuez(3.3.2006), semanas más tarde de alertar a los médicos de que sentía dolor en el pecho.
El fallecimiento del preso politico, se produjo cuando participaba en una encartelada en el patio en denuncia de la defunción del preso santurtziarra. Según informó Askatasuna, Sáiz se sintió mal en el transcurso de la protesta, avisó de ello a los demás presos vascos y se dirigió al baño, donde, al parecer, perdió el conocimiento.
Poco después, un funcionario comunicó al compañero de celda de Sáiz también prisionero político y que en ese momento participaba en la encarteladaí de que había fallecido.
Fuentes penitenciarias señalaron que el vecino de Portugalete fue inmediatamente trasladado a la enfermería de la prisión madrileña, donde el equipo médico (compuesto por tres médicos, cuatro ATS y dos auxiliares) comenzó a efectuarle maniobras de reanimación.
Desde la cárcel avisaron también al servicio de urgencias de la Comunidad de Madrid, SUMMA. Una unidad móvil de este servicio se trasladó a Madrid VI e intentó reanimar al preso, también sin éxito. A las 10.50, los efectivos del SUMMA certificaron su muerte.
La Ertzaintza reprimió el acto de despedida a Angulo y Sáiz
La Ertzaintza volvió a provocar numerosos heridos con una nueva carga policial, esta vez entre Santurtzi y Portugalete, aunque no pudo impedir que se tributara el último adiós a Igor Angulo y Roberto Sáiz. La Policía autonómica llevó el acoso a los actos de despedida a los dos presos hasta el cementerio de esta segunda localidad, adonde fue portado, entre muestras de emoción y tensión contenida, el féretro con los restos mortales de Roberto Sáiz.
Si hay imágenes que pasan a la historia de un pueblo, la tarde de ayer deparó un puñado de ellas para ser guardadas en la memoria de Euskal Herria. El tiempo transcurrido entre la hora en que debía haber dado inicio el acto en recuerdo de Igor Angulo, en Santurtzi, y la llegada del féretro con los restos de Roberto Sáiz al tanatorio de Portugalete serán imposibles de olvidar para las miles de personas que estuvieron allí.
Ezkerraldea, como el resto del país, ha vivido una semana marcada por el dolor y la rabia ocasionada por la muerte de estos dos presos políticos vascos, y estos sentimientos se desbordaron ayer en más de una ocasión, al comprobar cómo la Ertzaintza intentaba evitar con todos los medios que una enorme multitud rindiera homenaje a los dos militantes.
No lo consiguió, a pesar de ocupar con decenas de policías ambas localidades, a pesar de cargar brutalmente contra los miles de congregados, a pesar de haber prácticamente secuestrado el cuerpo del preso portugalujo, permitiendo que sólo unas pocas personas pudieran acompañarlo hasta el tanatorio.
Eran las 20.00 cuando, procedente de Aranjuez, y tras realizar una primera parada en Altube, el féretro llegó a Portugalete. Sólo dos coches de la decena que componía el séquito que le acompañaba pudo subir al tanatorio.
Agradecimiento de la familia
Allí, Sáiz fue saludado con un aurresku y los sones del “Eusko Gudariak”, rodeado por sus familiares y allegados, y por dirigentes de la izquierda abertzale como Arnaldo Otegi, Pernando Barrena, Rafa Díez, Juan Mari Olano, Jone Goirizelaia, Arantza Zulueta o Periko Solabarria.
Antes, sin embargo, el coche que transportaba su cuerpo pudo acercarse hasta la entrada principal del cementerio de la localidad jarrillera, donde tras aguardar su llegada por espacio de una hora, las miles de personas que habían partido de Santurtzi le despidieron también entonando un “”Eusko Gudariak”” que sonó más fuerte que nunca.
Antes, los gritos en recuerdo de Angulo y de Sáiz, en contra del PNV y de la Ertzaintza íJavier Balza se llevó la mayor parteí y en favor de los presos políticos vascos, arreciaron, junto con otros muchos, en aquel lugar.
A toda esa gente, la familia de Sáiz quiso agradecerle, por boca de Juan Mari Olano, el esfuerzo realizado para llegar hasta allí a despedirle.
Porque el trayecto recorrido por esa marea humana fue una auténtica odisea que dejó en el camino numerosos heridos. Muchas de estas personas recordaron, viendo lo que estaba pasando, lo sucedido el 14 de setiembre de 2002 en Bilbo.
Al igual que entonces, sólo la respuesta serena de los manifestantes impidió que las consecuencias fueran incluso más graves de lo que ya fueron. El mahaikide Joseba Permach, en una primera valoración, también hizo mención a aquellos sucesos, y situó la responsabilidad política de lo acontecido en el lehendakari, Juan José Ibarretxe, el titular de Interior, Javier Balza, y en el PNV, cuya actuación criticó duramente.
Desde los balcones
Fue donde se unen las calles San Juan Bautista y Libertador Bolivar cuando varias furgonetas de la Ertzaintza cerraron el paso a la manifestación, que había partido minutos antes.
Poco después, un mando que recibía órdenes por radio ordenó «fuego» y durante media hora un terrible estruendo llenó el ambiente. Fueron incontables las pelotas lanzadas contra los manifestantes, varios de los cuales se llevaron a casa marcas de pelotazos y de porrazos, y algunos debieron ser atendidos en el hospital de Cruces.
La carga fue tan dura que, incluso desde los balcones, vecinos ajenos a la marcha increparon a los policías.
Los manifestantes, sin embargo, no se echaron atrás en ningún momento, y a cada arremetida respondieron con gritos y aplausos. Estos últimos se convirtieron en una ovación cuando, detrás de una ikurriña con crespón negro, la primera fila se enlazó los brazos y decidió avanzar hasta el cementerio de Portugalete. Los ertzainas habían retrocedido, y no volvieron a hacer acto de presencia hasta alcanzar la entrada del camposanto, que custodió un centenar de agentes. Hasta llegar a ese punto, la marcha se fue engrosando con personas que se sumaban desde diferentes calles, algunas tras llegar a pie desde otras localidades.
Prácticamente el mismo número de policías se había encargado de precintar la plaza de Santurtzi, a fin de impedir que se desarrollara en acto de homenaje a Igor Angulo. Hubo un intento de acordar una salida con los mandos de la Policía autonómica, pero resultó imposible.