COMO DEBE NEGOCIARSE EL CASO VASCO
En primer lugar diré que lo de que “los vascos no somos ni franceses ni españoles” que vamos predicando de pueblo en pueblo, y que nos hallamos totalmente decididos a repetir ante el juez si éste se decide a pedirnos CUENTAS y llamarnos, no es una invención irresponsable nacida al calor de una improvisación. Esa frase constituye, pura y simplemente, la base de nuestra filosofía política y -tanto para el jelkidismo como para el etismo (terminos usados por Telesforo Monzón. Jelkidismo, corriente política del EAJ-PNV y Etismo corriente política de ETA) – la razón de ser más profunda de toda una gloriosa gesta nacional. Y me refiero a los cientos de miles de abertzales de ayer y de hoy que, por haber creído precisamente en esa frase, le han venido dedicando su vida entera, su sangre, sus lágrimas y su libertad. Si esa frase cerraba una mentira, mucho ha hecho sufrir inútilmente a este país quien primero la pronunció. Pero si encierra, como encierra, para nosotros, una verdad profunda, ¿por qué no la tomamos en serio y la proclamamos y la aplicamos en todas sus consecuencias? ¡Si precisamente en esta frase radica toda nuestra fuerza!
Yo también fui diputado en Madrid en la decada de 1930. Por eso no volveré a serlo. Porque ya lo fui una vez. Y no olvidaré nunca aquella terrible inprovisación que quedó para siempre en mis oídos: “Pero, bueno, ¿son o no son españoles sus señorías? Si lo son -y se consideran demócratas-, ¿por qué no han de someterse como los demás a lo que acuerde la mayoría de españoles? Y si no lo son, ¿quieren decirnos qué hacen aquí?”. Esa misma frase, la tuvieron que oír, antes de nosotros, los defensores de los Fueros Vascos anteriores a Sabin Arana. Y esa misma frase -se pronuncie o no se pronuncie- se halla hoy en la conciencia de todos y cada uno de los diputados y senadores de las Cortes españolas. Porque si se tratara de una Constitución confederal que partiera del derecho de todo pájaro a volar libremente, nuestra presencia allí tendria sentido. Pero en unas cortes centralistas para quienes la única fuente de soberanía proviene de la jaula, nuestra participación en la forma de fabricarla no tiene razón de ser.
Por eso digo y repito que hay que negociar de pueblo a pueblo, de nación a nación, “buruz buru” como diríamos en euskara. Y que someter nuestro caso nacional y nuestra soberanía foral a votaciones indiscriminadas en parlamentos ajenos a nosotros y a cientos de kilometros lejos de Euskal Herria, en las que nos hallamos en proporción de inferioridad NUMÉRICA ridícula, me parece totalmente improcedente.
Lejos de mi espíritu el criticar a los parlamentarios abertzales cuyo patriotismo no pongo en duda y cuya tragedia de cada día comprendo por haberla yo mismo vivido en tardes históricas inolvidables junto a compañeros ilustres de grupos parlamentarios de los paises ibéricos hemanos: especialmente catalanes y gallegos.
Lo que yo digo es que, si a pesar de los esfuerzos de los parlamentarios abertzales de todo color e ideología en las Cortes españolas actuales, la soberanía de Euskal Herria y el derecho de autodeterminación de nuestro país no quedan rotundamente reconocidos, los diputados y senadores patriotas vascos, llegado el momento, deben de levantarse todos a un tiempo de esos escaños y retirarse de las Cortes españolas.
¿Para qué retirarse? ¿Para hacer qué? Pues sencillamente -si fuera necesario y no hubiera otros medios de convencimiento- para dar comienzo, entre otros muchos medios de lucha a la resistencia pasiva y a la desobediencia civil en Euskal Herria. Hasta llegar a negociar el problema vasco con la otra parte, frente a frente y en torno a una mesa, como han sabido y logrado negociar tantos otros pueblos y naciones que, habiendo acabado por obtener que esa soberanía fuera reconocida, hoy son libres… ¡y cordialmente amigos y aliados de sus antiguos opresores!
Aparte de eso, sólo añadiré y repetiré: que paz en la península pasa ya necesariamente por el reconocimiento de nuestra soberanía nacional y el derecho de nuestra patria a su autodeterminación.
Y que medidas dementes como la tomada sin reflexionar y en caliente, con el actual “Decreto Ley contra el terrorismo” en Euskadi (en Euskadi naturalmente), me parece un nuevo regalo -y no de los menos valiosos- hehco por el Gobierno español a ETA y a la causa de la independencia del pueblo vasco, desde Hasparren hasta Tudela.
Porque creo tener idea de que no es la primera vez que medidas punitivas de este estilo hayan sido aplicadas contra Euskal Herria y el resultado…
Mi pregunta final es está: ¿es así como se pretende lograr que termine de una vez esta horrible e inhumana guerra de exterminio que el fascismo impuso a nuestro país hace cuarenta años, tanta sangre ha costado y sigue costando estos mismos días de un lado y de otro, y que todavía no ha terminado?