Menos lecciones y aplíquense el cuento

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Menos lecciones y aplíquense el cuento

(Lander Iruin)

Llama la atención la insistencia del PNV a la hora de reprochar al conjunto de la izquierda abertzale y en concreto, en los últimos días, a Arnaldo Otegi la necesidad de hacer una autocrítica acerca de su trayectoria política. Una insistencia que ha llevado a dejar en evidencia el miedo escénico que se ha expandido en las filas nacionalistas tras la calurosa acogida que recibió el líder abertzale tanto en Elgoibar como en el Velódromo de Anoeta. Un reproche que se basa en el mismo discurso que lleva haciendo el partido liderado por Iñigo Urkullu casi 20 años, y que frente al panorama de Paz y Convivencia abierto en Euskal Herria no ha cambiado ni lo más mínimo. Con las elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, el PNV pone en marcha la maquinaria de abrir el baúl de los recuerdos para frenar la subida frenética (en ánimos y votos) de la izquierda abertzale con la salida de Otegi tras 6 años y medio preso. El último as que se ha sacado de la manga, el recuerdo al empresario secuestrado por ETA en 1979 (Luis Abaitua); secuestro por el que Otegi fue condenado en 1989 a 6 años de cárcel (fue detenido en el 87 y salió en el 90). Un secuestro que el PNV ha tardado 37 años en denunciar, justo 48 horas después de que Otegi saliera de su última estancia en prisión. Hasta entonces, ni mu. Curioso.

 

Un mensaje, el de los nacionalistas, que empieza a ser cuanto menos, cansino. Si en estos últimos 5 años (desde el cese de la lucha armada de ETA) algo ha escuchado incesantemente la sociedad vasca, eso ha sido la continua autocrítica ejercida por parte de la IA a la hora de asumir responsabilidades en 50 años de conflicto. Tanto los agentes políticos como los sociales de dicho movimiento se han expuesto a tumba abierta ante cualquier tipo de juicio ético, siendo valientes y asumiendo el daño que se haya podido causar, homenajeando a víctimas de ETA, y aportando su granito de arena en la construcción de un nuevo marco democrático. Sí, aquí saltarán algunos diciendo ‘si, pero nosotros llevamos 30 años homenajeando víctimas’. Lo realmente importante, es que la autocrítica se viene haciendo, sigue presente, y se ha asegurado que se seguirá haciendo; una reflexión con un largo recorrido y con un profundo debate dentro de las bases y en los diferentes ámbitos de la IA. Cosa que, por cierto, ha sembrado más de una discrepancia dentro de las bases del movimiento, por lo que algo habrán debatido en estos últimos años, digo yo.

 

Ahí están, por ejemplo, las palabras del presidente de Sortu Hasier Arraiz, en noviembre del 2015, reflexionando acerca del trato que recibieron las victimas de ETA en el pasado por parte de la IA: “Sentimos profundamente que nuestra actitud política no haya acompañado siempre el dolor de cada víctima”. Añadiendo que “esa actitud política, en algún momento, ha agravado el dolor de estas personas”. Pero remontémonos en el tiempo al año 2011, justo cuando se presentó el nuevo partido de la IA, Sortu. Tras años de ilegalizaciones, la izquierda abertzale presentaba un nuevo partido, con unos nuevos estatutos, y con unas nuevas estrategias. Así pues, el nuevo partido rechazaba en sus estatutos “abiertamente y sin ambages” a ETA y se comprometía a colaborar con agentes políticos y sociales para conseguir la total desaparición de cualquier clase de violencia y “en particular la de organización ETA”. No lo digo yo, está escrito. Pero si hay alguien tras los pasos dados por la IA en el rechazo de la violencia y en el cambio de estrategia, ese es Arnaldo Otegi. Los 5 de Bateragune fueron detenidos y secuestrados (Rafa Díez Usabiaga sigue en la cárcel) porque el Estado Español sabía perfectamente cual era el nuevo proyecto de la izquierda abertzale. Proyecto que rompía por completo los esquemas tanto del PSOE (recordemos que los 5 de Bateragune fueron capricho de Rubalcaba), como del PP, y ante la previsible reaparición en la política de la IA, se decantaron por poner freno a toda costa a ese nuevo planteamiento. Era demasiado tarde. Porque los cimientos de la nueva estrategia estaban ya construidos. Y ahí también, en el 2009, la izquierda abertzale venía de un proceso largo de reflexión que comenzó con la declaración que hizo el propio Otegi en el Velódromo de Anoeta en el año 2004. En aquel mitin se vislumbraba un nuevo giro estratégico. Las palabras de Otegi fueron claras: “Si hemos llegado hasta aquí, que nadie tenga duda de que no vamos a desaprovechar la ocasión de ganar un espacio de paz». Agregó que la izquierda abertzale “movía ficha” y que “se equivocaría” quien tratara de «desactivar» este planteamiento. “Sé por qué lo digo”, agregó. Por lo tanto, no hablamos de un proceso de anteayer. Pero el PNV sigue a lo suyo. Según su versión, en pleno 2016, dice no haber visto nada.

 

Lo que la sociedad no ha visto todavía ha sido cierta autocrítica por parte del Gobierno Vasco a la hora de reconocer los errores que han cometido a lo largo de estos años de conflicto. Si de algo han servido estas décadas, han sido para llegar a la conclusión de que todos las ramas políticas han sido parte de esta sangría. Todos tienen su parte de responsabilidad, pero los únicos que se han desnudado y siguen desnudándose frente a la sociedad son los mismos. La gente ha escuchado diferentes voces de la IA asumiendo responsabilidades, reconociendo el daño causado, y condenando cualquier tipo de violencia (incluso males menores como la quema de autobuses o cajeros en meses pasados). ¿Cuál ha sido la autocrítica del PNV? ¿Es capaz de admitir algún error? ¿Por qué se firmó la dispersión? ¿Qué se buscaba? Que lo digan. Que justifiquen aquella firma. Firma que responsabiliza al partido de Urkullu de que hoy en día haya casi 400 presos en las cárceles y el 90% de ellos a más de 400km de sus casas. Que expliquen también por qué marginaron y criminalizaron a la izquierda abertzale con el Pacto de Ajuria Enea. Un Pacto diseñado desde Madrid, para anular políticamente y socialmente al Movimiento de Liberación Nacional. Que expliquen por qué existía un aparato para controlar a miembros de la izquierda abertzale cuando Juan Mari Atutxa era Consejero de Interior. O de los halagos y obsequios que recibía éste último desde Madrid por su ‘impecable’ trabajo (cerco) policial y político contra los mismos. Pero hay más. ¿Cuándo serán reconocidas como víctimas de la Ertzaintza Rosa Zarra, Kontxi Sanchiz o Imanol Iparragirre? ¿O acerca de la muerte de Juan Calvo Azabal en Arkaute en 1993, harán autocrítica? Por no hablar del delatador silencio que mantuvo el PNV con las acciones del GAL contra refugiados políticos vascos en Ipar Euskal Herria. Pero no hace falta sacar la máquina del tiempo (cosa que el PNV hace constantemente para reprochar responsabilidades a la IA), para darnos cuenta de que mantener el silencio en Lehendakaritza ha estado de moda, está, y lo seguirá estando. Ahí está, por ejemplo, el repugnante silencio e intolerable pasividad del Gobierno de Lakua en el tema de Iñigo Cabacas. Un acto de motivación política, lo pinten como lo pinten. Recordemos que el pelotazo que mató a Cabacas se registró en los aledaños de la herriko taberna de Indautxu en Bilbo, cuando no había ningún motivo para montar semejante operativo contra el gentío que se encontraba disfrutando de una tarde de fútbol.

 

Ya vale, señor Lehendakari. Ya vale de dar lecciones a un sector político que lleva 7 años a pecho descubierto frente a una sociedad que avanza diez veces más rápido del que lo hace usted y su partido. Y podríamos seguir con un largo etcétera sobre momentos en la historia de este país de los que el partido que lidera Urkullu debería reflexionar.

 

Es más. Me atrevería a decir que que los propios aparatos jurídicos del Estado Español han valorado más esas reflexiones en el seno de la formación abertzale que el propio Gobierno de Urkullu. Absoluciones a jóvenes con acusaciones duras de cárcel por pertenencia a Segi (los 40 del sumario 26/11, los 10 de Iruñerria o los 6 de Hernani y Urnieta son algunos ejemplos), juicios políticos cerrados con acuerdos entre las dos partes, o el fin de la Doctrina Parot son varios ejemplos de que el ‘tema vasco’, digámoslo así, ha pasado a un segundo plano en los Tribunales; no es prioritario, y los temas del día, tras décadas de ‘monotema’ vasco, pasan a ser la corrupción, y Catalunya y su proceso independentista. Desgraciadamente, a día de hoy, la figura de la Audiencia Nacional no ha desaparecido de la actualidad política vasca, y decenas de jóvenes vascos siguen pasando por delante de los jueces.

Decía Tácito, Historiador romano, que “irritarse por un reproche es reconocer que se ha merecido”. Y la verdad es que los líderes nacionalistas se ponen muy nerviosos a la hora de reconocer errores del pasado. ¿Por qué? Porque son conscientes de todos y cada uno de ellos, pero los quieren seguir manteniendo bajo la alfombra. Pero no les va a quedar otra que sacudirla. O se ponen el mono de trabajo y asumen el papel protagonista que ha tenido el PNV en todo este asunto, o seguirán con el mismo discurso de hace dos década, y con la credibilidad, un poco más, por los suelos (éticos).

Lander Iruin

 

 

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