José Ramón Mariño, de ATTAC Bizkaia, habló del TTIP en Laudio, y Damián García, juntero de Irabazi, sobre el Plan B en una jornada informativa de IU Ezker Anitza.
José Ramón Mariño, de ATTAC Bizkaia, explicó sobre el TTIP que el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Junker pretende dar un impulso al mismo en el Consejo Europeo. «Si los presidentes de los estados de la UE-28 se reafirman en ese tratado, la UE acelerará el proceso con Estados Unidos». Se quiere pisar el acelerador para que se logre antes de que Barack Obama abandone la Casa Blanca, porque «tiene la capacidad de firmar un tratado de esas características» para entregar a las grandes corporaciones el control del mayor mercado económico mundial que conforman Europa y Estados Unidos.
Entre otros, los principales intereses detrás del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), como explicó el miembro de ATTAC Bizkaia, se esconden que «Estados Unidos quiere entrar al mercado agrario, que es un afán que siempre ha perseguido, mientras que la UE pretende acceder a los contratación pública en Estados Unidos». Son dos ejemplos, aunque existen numerosos intereses que pasarán a manos de las grandes corporaciones, porque el TTIP supondrá una pérdida de soberanía de los estados.
Para José Ramón Mariño «hoy más que nunca el TTIP pone en primer término la lucha de clases. Está vigente. Estamos viendo aquí como en los últimos quince años, las rentas de trabajo han perdido un 8% frente altos empresarios, que han ganado». Es decir, los empresarios han ganado más en la tarta de la riqueza, mientras han perdido los trabajadores, por esas condiciones laborales y salariales a la baja propiciadas por el dogma de la austeridad.
En la jornada de IU-Ezker Anitza, quedó claro que «el libre comercio no es bueno para la mayoría» y sólo se beneficia a «la élite económica», como ratificó Mariño. Para el representante de ATTAC Bizkaia el TTIP sigue siendo secreto, aunque se van desvelando algunas de las medidas previstas. Su principal objetivo es conseguir el dominio del comercio mundial entre dos zonas Estados Unidos y Europa que controlan la mitad de la riqueza y el 40% del comercio mundial. «Lo que pretenden –dijo– es que esas normas generales del TTIP se conviertan en nomas generales para todo el mundo».
CAPITAL TRANSNACIONAL
José Ramón Mariño dejó claro que el «capital transnacional es igual aquí que allí», porque sólo busca que «sea una élite la que se beneficie». Sin embargo, lamentó que si se da paso al TTIP se «perderá soberanía de los pueblos». El coste del tratado para la UE por la perdida de empleo y el desplazamiento de mano de obra o por la supresión de aranceles a productos que compiten directamente con la actividad económica europea ascendería a 50.000 millones anuales, mientras que el PIB europeo crecería «en el mejor de los casos» entre un 0,4% y un 1,1% en diez años y se podrían llegar a crear 600.000 puestos de trabajo en ese decenio.
Contra estas predicciones, hay otras en sentido mas reducido, como recordó Mariño, pero dejó claro que «no hay evidencias de crecimiento y creación de empleo, lo que sí queda claro es la pérdida de derechos laborales que supondría ese nuevo tratado e, incluso, una reducción del 30% del mercado interior en la UE, lo que ha alarmado a los alemanes, por ejemplo».
Al contrario de lo que se quiere hacer creer, para el representante de ATTAC Bizkaia, las pequeñas y medianas empresas pyme serían las principales afectadas. «Son las que controlan el 58% del valor absoluto bruto (negocio) y el 67% del empleo» y, además, «solo exportan un 0,82% a la UE -salvo casos muy puntuales-». Por lo que el negocio real, el 99%, quedaría en manos de las grandes compañías, teniendo en cuenta que en Estados Unidos el coste de la energía es un 30% más barato, los costes laborales y sociales muy reducidos.
Puso un ejemplo claro de lo que está ocurriendo ya. «CAF, que fabrica ferrocarriles, tiene una planta en Estados Unidos y está obligada a comprar el 60% del acero que necesita como materia prima a empresas estadounidenses, cuando la calidad/precio de ese acero es menos competitivo que el europeo. Bien, en diciembre pasado, en plena negociación del TTIP como están, elevó ese porcentaje al 70%».
En ese momento resaltó que «aunque no sabemos con rotundidad ese coste o pérdida que producirá el TTIP, sabemos que el acuerdo de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México benefició a las pymes entre un 0,6% y un 1% y, en cambio, a las grandes empresas entre un 19% y un 27%. Por lo tanto, es claro quien gana y quien pierde».
Además, criticó la puesta en marcha de tribunales de arbitraje, entre otras medidas, a los que las grandes empresas transnacionales pueden acudir si cambian normas o leyes que hace que los negocios no logren las previsiones acordadas. Aunque José Ramón Mariño admitió que ahora mismo hay muchos órganos similares. «De lo que se conoce es que el 40% de los conflictos que se han analizado han sido a favor de los gobiernos, un 35% a favor de los inversores y un 25% se llega a acuerdos extrajudiciales, siempre a favor de los empresarios».
CARNE Y AGRICULTURA
Mariño ve problemas para la mayoría de la población en todos los temas. Desde la pérdida de la agricultura más cercana y directa, «aunque la UE ya caminaba en ese sentido», con la entrada masiva de productos de Estados Unidos menos controlados y donde la agroindustria tiene un peso muy elevado, «sobre todo en el sector de la carne y los transgénicos», hasta el impulso del fracking o los productos químicos que «en Europa se guían por el principio de precaución, mientras que en Estados Unidos se comercializa el producto y, si hay problemas y los jueces dictaminan en contra del mismo, la empresa es culpable y lo debe retirar e indemnizar».
Ofreció un dato descorazonador porque «el 60% de los productos alimenticios está en manos de un 1% de las empresas», y con el TTIP «ese control máximo se incrementará».
Cerró la charla con una reflexión sobre los derechos humanos, porque se preguntó si para mantener nuestro bienestar «se debe imponer a una parte significativa de una parte del mundo en la casi esclavitud».
El juntero de Irabazi en Araba, Damián García, explicó que con el Plan B lo que se quiere «es plantar cara al poder neoliberal» y llamó a los presentes a «presionar» para dar la vuelta a la situación actual.
Juanjo Basterra