Joseba Asensio «Kirruli» (1986): «¡La tuberculosis se ve!»

Un comentario

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Dos años y medio después de la muerte de Joseba Asensio, un testigo del juicio escribía este artículo clarificador en el diario EGIN:

¡La tuberculosis se ve!
Un testigo del juicio
EGIN, 7 de febrero de 1989

Pobre juez, después de nueve días sales con ésto. Has superado ampliamente la ideología del Plan ZEN, constituyendo tu sentencia una auténtica apología de la negligencia médica.
“Ni existen pruebas, ni existirán”, “La tuberculosis se ve, pero no se oye”,… son frases que pertenecen al mismo contexto.
Has pasado a engrosar la lista de guardias civiles y policías que disparan a quemarropa y son condecorados. Como Nuria de Castro, que de Herrera de la Mancha fue destinada a Alcalá-Meco, tú también ya estás más cerca de Madrid.
Tú no has mentido como los catedráticos de la defensa, que afirmaron que Joseba Asensio no padecía de ningún proceso respiratorio previo, que consideraron no patológico la existencia del pulmón izquierdo reducido a más de la mitad de su tamaño normal, según corrobora el informe de la autopsia.
Tú has hecho peor, has rematado a Joseba y pretendes hacer lo mismo con el resto de presos de Herrera, al afirmar que cada uno de ellos se encuentra veinte veces mejor atendido que cualquier ciudadano de la calle.
Cuando encontraron a Joseba en su celda y llamaron urgentemente al médico, éste tardó 95 minutos en llegar a la prisión, como consta en el sumario. Y no fue Nuria de Castro la que se presentó, no estaba, sino el médico de régimen abierto, al que tuvo que ir a buscar a su casa la Guardia Civil, como también consta en el sumario. Y en tu veredicto, a ésto no le llamas negligencia sino diligencia.
Pero sabes, con seguridad, que la tuberculosis de Asensio “se veía y se oía”. ¿Cuántos jóvenes fallecen en un medio rural, ene l que el médico también dispone “únicamente” de un fonendoscopio? ¿Qué es lo primero que haría ese médico si acudiese a su consulta una persona de 27 años con antecedentes de una pleuritis y tratado seis años antes, con procesos gripales de repetición acompañados de tos y expectoración abundante, y que cada día se encuentra más cansado? ¿Le enviaría al centro hospitalario más próximo para hacerle un estudio clínico o no? Nuria de Castro no hizo nada de eso, por ello Joseba murió, y tú lo sentencias como atención médica privilegiada.
Podrías hacer una prueba, juez. Podrías acudir a la consulta de esa funcionaria, de Nuria, relatarle los mismos síntomas que refería Joseba, y verías cómo le faltaba tiempo para enviarte a hacer unas radiografías.
Decía Lord Byron que en la sociedad sólo hay un status social más bajo que el de prisionero: el del carcelero.
Desde ahora, tú también te encuentras ahí.

Cronología de los hechos:

Joseba Asensio Artaraz, «Kirruli», apareció muerto a causa de la desasistencia sanitaria en Herrera de la Mancha el 8 de junio de 1986. Con sólo 27 años, conoció de primera mano varias prisiones españolas. Apenas faltaban unos pocos meses para que recobrara la libertad, tras cumplir seis años encarcelado.

La muerte del joven, de 27 años, causó estupor en la ciuda-danía vasca, sobre todo porque fue el resultado de una grave desasistencia médica por parte de Instituciones Penitenciarias. Asensio sufría de tuberculosis. Tras su arresto en 1980, cuando hacía la «mili», y después de pa- decer torturas durante cerca de nueve días en los calabozos de Madrid, ingresó en Caraban- chel. En los años posteriores también conoció las cárceles de Burgos, Soria, Puerto de Santa María, Alcalá-Meco y Herrera de la Mancha.
«Mi hermano había realizado varias huelgas de hambre muy duras. Recuerdo que una de ellas duró 45 días. A raíz de esas protestas, en Carabanchel se le diagnosticó una pleuritis. Quizá en el traslado a Puerto la enfer-medad estuvo un tanto enmas-carada por tratarse de un chico joven. Pero allí volvieron a realizar dos huelgas de hambre salvajes. Y en diciembre de 1983, cuando se llevaron prácti- camente a todos los presos polí-ticos a Herrera, él ya mencionó lo de la pleuritis. Parece ser que le hicieron una revisión médica en la que no le detectaron na-da», recuerda.
De todos modos, en aquel periodo, Kirruli hizo unas diecinueve visitas al médico del centro, la última de ellas tan sólo nueve días antes de su muerte;no le diagnosticaron más que «gripes y fuertes catarros». La autopsia, sin embargo, reflejó «algo terrible»: Un pulmón se le había reducido al tamaño de una nuez. «¿Eso no se ve? Esa muerte nunca debió producirse. Siempre nos quedará la duda de saber qué sintió en el transcurso de esa enfermedad, porque a todas luces podía haber sido un sufrimiento evitado», agrega la hermana. A estas alturas, subraya, «las intenciones me tienen sin cuidado, el resultado es el que hubo y es lo que vale».
La familia se querelló contra Instituciones Penitenciarias, y, como única presunta responsable de la muerte de Kirruli figuró la doctora de la prisión en aquel momento.
Begoña Asensio explica que el juicio, que se celebró en Ciudad Real, «fue como un tratado de medicina. Fue bastante largo y duro, declaró mucha gente… pero no sirvió absolutamente para nada», lamenta.

Y es que, al igual que sus familiares, gran parte de la ciudadanía todavía mantiene viva la trayectoria de aquel joven militante, a quién tampoco dejaron tranquilo una vez muerto.
La represión del funeral de Kirruli en la capital vizcaina tuvo tintes dramáticos cuando la Policía cargó contra la comitiva fúnebre que portaba el féretro, provocando cuarenta heridos que fueron hospitali- zados. Varias televisiones europeas se hicieron eco y no dudaron en filmar esta actuación policial. Tres inspectores de Policía llegaron a disparar fuego real, lo que provocó un pánico generalizado.
Begoña Asensio recuerda todo lo acontecido aquellos días a la perfección; desde cómo supieron de la noticia hasta cómo dieron sepultura a su hermano, pasando antes por el viaje en busca de los restos a Herrera, así como las muestras de apoyo que nada ni nadie pudo reprimir. Relata cómo incluso los familiares, y la compañera de Joseba, Itziar Zabala, fueron golpeados con dureza.
«Recuerdo cómo la zarandeaban, e incluso cómo una de las ikurriñas se enganchó en el crucifijo de la tapa del ataúd. Querían arrancarla, pero se le enterró con ella», concluye. –

Crónica de El País (11.6.1986)
30 heridos al retirar la policía el féretro de Joseba Asensio a militantes de Herri Batasuna

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La policía impidió ayer en Bilbao la celebración de un homenaje al etarra Joseba Asensio, que fue encontrado muerto el pasado domingo en su celda de la cárcel de Herrera de la Mancha. Numerosos efectivos de la Policía Nacional dispersaron a simpatizantes de Herri Batasuna cuando trasladaban el féretro con los restos mortales de Asensio desde el hospital de Basurto hasta la plaza del Arenal, lugar donde los abertzales habían convocado una concentración. Durante los incidentes resultaron heridos, entre otras personas, el dirigente de dicha coalición Txomin Ziluaga y una hermana del fallecido.
Sobre las siete de la tarde la policía interceptó en la calle de Ercilla el furgón que trasladaba el féretro de Joseba Asensio desde el hospital de Basurto hasta el Arenal, donde estaba programado un acto de homenaje. Ante la imposibilidad de que el furgón siguiera su recorrido, familiares de Asensio y dirigentes de Herri Batasuna tomaron el féretro a hombros y siguieron a pie. La policía se lo impidió. En el forcejeo que siguió al intervenir la policía, sufrieron heridas una hermana de Asensio y Txomín Ziluaga, miembro de la Mesa, Nacional de HB, atendidos en el hospital de Basurto. Ziluaga sufría fuertes contusiones en la cabeza y se le dio de alta. La policía se hizo cargo del féretro y lo trasladó al cementerio de Derio.A las siete y media de la tarde empezó en el Arenal el acto de homenaje al etarra muerto en la cárcel, con asistencia de varios miles de personas. Dicho acto no había sido autorizado por el gobierno civil pero, con -posterioridad, fue autorizado expresamente por la Junta Electoral de Zona. Tomaron la palabra desde el estrado de la música Txema Montero, abogado de Joseba Asensio, y un representante de las gestoras pro amnistía, quienes denunciaron las condiciones en que se había producido el fallecimiento de Asensio y la falta de asistencia médica durante los años que estuvo en prisión.
Cuando tomaba la palabra un ex preso de ETA, que recientemente salió de la cárcel, se produjo un movimiento entre el público asistente. Una mujer reconoció a una persona como uno de los policías que había detenido a su hijo, y en ese momento el supuesto policía y otros; dos hombres que le acompañaban, sacaron las pistolas e hicieron numerosos disparos al aire, en torno a 20, causando el pánico entre algunas personas; algunas quisieron huir, otras se tiraron al suelo. Los tres policías abandonaron el Arenal corriendo, seguidos por varias personas que no consiguieron alcanzarles.
A partir de ese momento se sucedieron cargas policiales para disolver la concentración y barricadas en la zona del casco viejo de Bilbao. La policía actuó con gran contundencia, utilizando botes de humo contra los manifestantes. Varios heridos se refugiaron en la parroquia de San Nicolás, de donde salió el párroco con un pañuelo blanco para pedir a la policía que dejara de disparar y permitiera evacuar a los heridos.
Según el gobierno civil, que en un primer momento negó que se hubieran producido los disparos y aseguró que todos los funcionarios que se encontraban de servicio en la zona del Arenal lo hacían de uniforme, los tres policías que efectuaron los disparos eran inspectores de la Brigada de Información. Uno de los agentes, según la versión oficial, sufrió una agresión al ser reconocido, lo que provocó que hicieran uso del arma él y sus compañeros. La misma versión del gobierno civil añade que el inspector fue atendido en el servicio de urgencia del hospital de Basurto y que ha causado baja en el servicio. Pero el servicio de urgencia desmintieron haber atendido a ningún policía y dicen que los funcionarios siempre se identifican, porque los partes de lesiones es obligatorio entregarlos al juez.
Herri Batasuna, en una conferencia de prensa, había anunciado que se querellará contra la Administración al considerar que Asensio no recibió tratamiento médico adecuado; y que el caso será denunciado ante organismos internacionales. Instituciones Penitenciarias alega que el preso sólo se quejó de una afección en los ojos.
Joseba Asensio, encontrado muerto en su celda de la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) el pasado domingo, no fue sometido a exámenes radiológicos ni a tratamiento específico desde que en febrero de 1982 le fue diagnosticada en el hospital penitenciario de Carabanchel una pleuritis, según manifestaron sus familiares.

Según el dictamen del equipo forense, en el que ha participado una colegiada nombrada por la familia, la muerte del miembro de ETA, producida de un modo natural, fue originada por “las graves lesiones de tipo médico halladas en los pulmones”, en concreto, de una infección tuberculosa reactivada. Por el momento falta aún el análisis toxicológico, con vistas a dilucidar si se produjo o no un envenenamiento externo.
Joseba Asensio, de 27 años y natural de Bilbao, estaba a punto de cumplir su condena de nueve años -acusado -de pertenecer a ETA Militar y de tenencia ilícita de armas-, que se había acortado como consecuencia de la redención de la pena por haber cursado estudios en la cárcel. Asensio había sido detenido en mayo de 1980 y estuvo internado en las prisiones de Burgos, El Puerto de Santa María, Soria, Alcalá Meco y Herrera de la Mancha. Fuentes cercanas a la familia de la víctima informaron que el recluso había participado en seis huelgas de hambre, a consecuencia de las cuales tal vez se agudizó su enfermedad. No obs.tante, estas mismas fuentes adujeron que Asensio, “aunque era un hombre conocedor de sus derechos, no era un quejica”.
Por su parte, una hermana del preso muerto, presente también en la conferencia de prensa, anunció que la familia Asensio va a presentar una querella contra Instituciones Penitenciarias, “únicos responsables”, en su opinión, del desenlace fatal. La hermana de Asensio argumentó que éste había pedido una revisión al inédico de la prisión de Herrera y “no se le hizo ningún caso”.

Carta premonitoria

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En 2013 los familiares de Asensio, hicieron pública una carta del fallecido donde ya alertaba de la situación en las cárceles españolas. La misiva está fechada en noviembre de 1983, y Joseba Asensio ya denunciaba las condiciones de vida en la prisión de Puerto y también mostraba su preocupación ante un posible traslado a Herrera de la Mancha.

Igor Meltxor

Singular: 1 comentario en “Joseba Asensio «Kirruli» (1986): «¡La tuberculosis se ve!»”

  1. Tal y como dice Begoña. Le conocí en 1981. En diciembre de 1981 cuando habíamos comenzado la huelga de hambre le trajeron a Carabanchel para ir al Hospital Penitenciario, le diagnosticaron pleuritis o algo así. Seguramente que sería ya la tuberculosis. Años después coincidimos de nuevo en el Módulo 3 de Herrera de la Mancha. El día 8 de junio de 1986, a primera hora hora, me estaba afeitando y todavía recuerdo que me entró en la celda Tomás Oiartzun y me dijo «Ez larritu, Kirruli hilda duk». Me quede unos segundos sin reaccionar. Enseguida me dije «qué me ha dicho éste?»…salí de la celda y entré en la suya. Estaba encima de la cama, le toqué un pié…estaba frío. Estuve contemplándolo durante un momento, estaba muerto. Era el primero de los nuestros que moría en prisión, Fue muy duro. El año siguiente moriría Josu Retolaza a consecuencia de un cancer de piel, no tratado con la diligencia necesaria después de que se perdieran los resultados de la primera biopsia.

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