Una elección con revuelo

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UNA ELECCIÓN CON REVUELO

Apenas quedan días para que comience la campaña de las elecciones autonómicas. Unas elecciones que serán recordadas por varios factores novedosos. Por un lado, la vuelta de Arnaldo Otegi a unos comicios. Tras pasar seis años y medio en prisión, el líder independentista vuelve a escena con el objetivo de llevar a la coalición EHBildu a ser la segunda fuerza más votada en Gipuzkoa, Araba y Bizkaia, y tener así opciones de obtener la Lehendakaritza. Un objetivo complicado teniendo en cuenta la hegemonía del PNV y la entrada en escena de Podemos-Ahal Dugu. Un partido, que en principio, puede servir de apoyo para que el ‘Juego de Tronos’ del PNV llegue a su fin. El partido de Pablo Iglesias, tras el ‘no’ por respuesta de Garbiñe Biurrun a la oferta para ser candidata a Lehendakari, se ha decantado por debutar en los comicios vascos con Pili Zabala como candidata. Elección que ha levantado todo tipo de reacciones.

Vistos los movimientos de Podemos, es difícil descifrar cual es su estrategia ante estas elecciones. Mientras la candidata Biurrun podría llegar a ser una fuerte rival tanto para Iñigo Urkullu como para el propio Otegi, lo cierto es que con la designación de Zabala, por mucho que lo niegen, los focos se centran en la pugna IA-Podemos. La magistrada tolosarra era una baza importante con el que contaba Podemos para amarrar votos del entorno del PNV. Tras el rechazo de ésta y la incorporación de Zabala al equipo de Nagua Alba, parece que el ‘enemigo a batir’ es única y exclusivamente la izquierda abertzale. La primera era una estrategia que venía acorde con el discurso que los dirigentes morados han estado propagando en los últimos meses. Como bien dijo la propia secretaria general, el objetivo era “desbancar al PNV y traer el cambio a Euskadi”. Declaraciones que chocan con las de la nueva candidata. Recordemos que hace unos días, Zabala dijo en una entrevista que no venía a “desbancar al PNV”. ¿En qué quedamos? Intuyo cierta confusión a la hora de elaborar el discurso por parte de Podemos a las puertas de la campaña electoral, ya que su nueva candidata no se está sabiendo mojar en temas relevantes. Tras su designación, Zabala habrá dado media docena de entrevistas. Pues bien, tras todas ellas, aún no sabemos si quiere desbancar al PNV, si está a favor de la independencia (según ella, su opinión no es crucial), si el TAV le parece bien o le parece mal, o si apuesta o no por una sociedad más feminista. Y no lo digo yo. Ante sus escurridizas respuestas en una entrevista realizada a la Cadena Ser, el propio periodista le recordó que debía ser más explícita con sus palabras teniendo en cuenta el cargo al que opta.

Por encima de todo, remarcar que Zabala merece el absoluto respeto por parte de la ciudadanía vasca. Ha sido un auténtico ejemplo de dignidad y de aportación en una sociedad que estaba completamente dividida. Desde el minuto uno ha sabido acercar posturas con diferentes víctimas, de estrechar lazos y evitar actuar desde el odio y el rencor. Su hermano, Joxi Zabala, fue secuestrado y torturado casi hasta la muerte por los GAL, rematado con un tiro en la nuca y enterrado en cal viva junto a su compañero Joxean Lasa en Busot (Alicante), con la intención de que sus cuerpos nunca fueran hallados. Un sufrimiento, la de las familias Lasa-Zabala, que es imposible de describir. Pero hay ciertas declaraciones por parte de Zabala que han creado cierto descoloque en el ámbito abertzale, por no decir decepción. “El apoyo de la izquierda abertzale fue tan nocivo como el olvido del resto de políticos”, llegó a afirmar en el año 2014. No entraremos a discutir esa sensación, ya que son sus sentimientos. No se puede obligar a nadie que sienta lo que queremos que sienta. Pero, la verdad es que ante la desaparición de su hermano y Joxean Lasa, la izquierda abertzale fue el único movimiento político que estuvo ahí. Los que rastrearon zonas cercanas al lugar de la desaparición, los que afirmaron que fue un secuestro, los que denunciaron la Guerra Sucia del Estado, los que sufrieron pelotazos y porrazos en el aeropuerto de Hondarribia el día que llegaron los cuerpos a casa, los que señalaron a Galindo, Elgorriaga y compañía, los que en el cementerio de Tolosa no dieron crédito ante la actuación de la Ertzaintza dirigida por Atutxa (¡autocrítica que llegó el año pasado por parte del ex consejero!)… Los únicos que, hasta hace muy poquito, reclamaban justicia por este caso. Pero para Zabala, ese apoyo fue nocivo.

Ha sido una elección que ha escocido a la izquierda abertzale, no nos vamos a engañar. Y han escocido aun más sus declaraciones tras hacerse oficial su candidatura. Pero, dejando de lado esas diferencias que hayan podido surgir, ¿es una elección efectiva? Habrá que ver la presencia de Zabala en los debates televisivos y en los mítines. Por lo que hemos visto hasta ahora, llaman la atención sus escurridizas respuestas y carece de ese carisma tan necesario en política; no ha mostrado ninguna capacidad a la hora de transmitir ese discurso agresivo y batallador que caracteriza al partido de Pablo Iglesias en cada mitin realizado en campañas electorales. Comparándola con la primera opción que propuso Podemos ante estos comicios, a primera vista, Biurrun sí que podía llegar a personificar ese espíritu más batallador en la escenificación electoral. Algo que contrasta con la pausa y ese tono de voz semi-apagado de Zabala. Además, la magistrada cuenta con un largo recorrido radio-televisivo y con el aprecio de gente de diferentes ámbitos políticos. Desde hace años participa en debates político-sociales, y es capaz de exponer sólidos discursos ante cualquier tipo de tema. Algo, que por ahora, no hemos observado en Zabala.

Ese puede ser el talón de Aquiles de Podemos. La candidata a Lehendakari es una opción fuerte a priori, no cabe duda; pero ‘virgen’ en el mundillo del espectáculo televisivo que se monta en las elecciones y habrá que ver cómo hace frente a trileros políticos como Iñigo Urkullu, Idoia Mendia o Alfonso Alonso cuando la acorralen y le exijan que se moje de verdad en temas importantes. O qué reflejos dialécticos tiene a la hora de enfrentarse a líderes políticos con ganas de batalla tras 6 años y medio enjaulado como es el caso de Arnaldo Otegi.

Lander Iruin

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