Juan Hernández: «El CETA no está aprobado de forma definitiva, todavía tenemos esperanza para pararlo»

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«EN LA ONU SE VIO LA BRUTALIDAD CON QUE SE EMPLEAN LAS TRANSNACIONALES, QUE NO CUMPLEN LOS DERECHOS HUMANOS NI MEDIOAMBIENTALES»

La última semana de octubre el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH) escuchó dentro y en la calle las vulneraciones de derechos humanos y contra el medio ambiente que cometen las transnacionales. Sonrojaron a los diplomáticos. Por segunda vez, este «proceso histórico» , que se inició en 2014, abrió el camino hacia la información de las vulneraciones para acercar la justicia a las comunidades afectadas por las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por las empresas transnacionales (ETNs) en todo el planeta. Testigo directo dentro y fuera de la ONU en Ginebra fue el profesor de la UPV/EHU e integrante del Observatorio de las Multinacionales de América Latina ( OMAL), Juan Hernández Zubizarreta, que hace balance para EL PERIODISTA CANALLA de lo ocurrido esta última semana, a unos días -5 de noviembre- que las capitales vascas acogerán movilizaciones contra el TTIP, CETA y TISA.

Primero, profesor Juan Hernández, ¿qué balance hace de la situación del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) y que si se aprueba otorgará a las multinacionales más poder de decisión y actuación?

He escuchado en Radio Euskadi (el lunes 31 de octubre) que, tanto esa emisora como otros medios, dan por aprobado el CETA. Es impresionante, y a partir de ahí tiran de los mitos clásicos de libre mercado, libre competencia, de internacionalización que eso nos va a generar riqueza. Todo el mundo va a vivir mejor. Es impresionante la falta de seriedad sobre estos acuerdos.

¿En qué punto nos encontramos en cuanto al CETA?

Ahora quien tiene que tomar la decisión, y la adoptará formalmente esta semana seguramente, es el Consejo de la UE. Es donde ha venido el primer problema, porque tenía que adoptarse por unanimidad, y es lo que ha ocurrido  con Bélgica, porque después de la aprobación del Consejo debe pasar al Parlamento Europeo, y más tarde a todos los parlamentos. Es el procedimiento que va durar todavía dos años largos para poder decir que el CETA está aprobado, si es que es aprobado. Conviene aclararlo, para evitar engaños.

¿Cuál ha sido el problema en Valonia?

El problema que ha habido en esta primera fase con Valonia es que el acuerdo debía de ser obtenido por unanimidad del Consejo, pero la diferencia de la decisión de Bélgica, un estado semifederal o federal, y un estado autonómico como el nuestro. Porque conviene recordar que en el Estado español para vergüenza nuestra, una vez más, el Gobierno en funciones del PP lo ha aprobado y lo ha ratificado el CETA sin que se haya enterado nadie,  ni el Congreso, ni nadie. La diferencia con Bélgica, que es a lo que iba, es que por la articulación interna de ese Estado europeo se tiene que producir el si en los diferentes parlamentos regionales, y es donde el Parlamento de Valonia tomó una posición contraria, en un inicio. Por cierto, es muy interesante ver como no ha sido de repente esa decisión, sino que ese Parlamento llevaba desde hace dos años debatiendo sobre ese Acuerdo con Canadá, porque hay otros grupos de izquierda y donde el socialismo es de otro tipo. Han tenido la oportunidad de escuchar a analistas, expertos, movimientos sociales, sindicales, patronal y han ido construyendo un tejido analítico de lo que puede suponer CETA y  el TTIP.  Y partir de ahí salta el problema, porque a su presidente -que podría ser el lehendakari de aquí– se le dice con todos esos analisis: no queremos la ratificación del CETA. A partir de ahí se les caía todo el chiringuito, porque Bélgica no participaba de la unanimidad y, por lo tanto, quedaba bloqueado el proceso.

A partir de ahí, ¿supongo que la presión habrá sido feroz?

Así es, hemos visto la presión ejercida, que demuestra la calidad democrática europea, y que ese ámbito de presión tiene un paralelismo con lo que ocurrió en Grecia. Nos consta que ese Estado ha sido presionado hasta la saciedad por los lobbys con la amenaza de deslocalizar empresas. Esa presión es lo más alejado de la democracia. Y conviene subrayar, desde luego,  la asimetría dentro de la UE, porque esto no ha ocurrido con Hungría con los refugiados, que no aceptó la cuota de refugiados que es poca cosa de refugiados, decide un código penal brutal, pierde el referéndum pero va a reformar la constitución, y no hay ni una palabra. Los representantes  europeos no dicen ni una palabra, ni hubo presión alguna. Como les interesa la influencia del discurso de la derecha, nada de nada. Pero cuando hablamos de las cuestiones económicas, que benefician al capital,  a las grandes transnacionales, a las minorías de la élite económica y a las clases dominantes ponen todos los mecanismos de presión en funcionamiento para que no afecte a sus enormes negocios, por encima de las decisiones democráticas.

 

¿Han firmado presionados, por tanto?

El resultado ha sido que han tenido que firmar Valonia.  Pero, de alguna manera, el documento de Valonia es interesante por dos cosas, entre otras, que el presidente insiste en que el arbitraje no va a ir adelante. Es un elemento central, que el arbitraje no lo van a sacar. LUego aparecen otros elementos sobre la convergencia reguladora, el principio de precaución,  sobe la estabilidad de cómo van a quedar la parte de la agricultura belga en función del CETA. Y sobe todo una vez que  el CETA sea aprobado en el Parlamento europeo, que prevemos que sí, la UE utiliza un mecanismo muy perverso, como es la aprobación provisional del CETA. Para que sea definitiva, sin embargo, tiene que ser ratificado por los parlamentos de los estados, como los regionales,. no es el caso del Estado español, que podría ser que se diera voz a los parlamentos autonómicos del Estado español, aunque no tenemos muchas esperanzas. Luego entra la aprobación provisional y hay una discusión técnica de lo que quiere decir.  Es una disfunción brutal, porque es algo que no ha aprobado, pero entra en funcionamiento. En pura teoría eran las competencias exclusivamente comunitarias, las que se aprueban no las que afectan a los  estados. PEro eso es una linea gris, y ya veremos cómo se lleva adelante. En este caso, con Bélgica, una vez aprobado por el Parlamento europeo, si el Parlamento Valón  consideran que no se cumplen los acuerdos, puede decir que no unilateralmente. Es una espada Damocles,  difícil y compleja, pero es un instrumento más para quienes estamos en la movilización y acumulando fuerza contra los tratados utilicemos la presión de ese acuerdo para tirar con fuerza.

 

¿Qué es el CETA?

Porque el CETA en pura lógica jurídica es una complejidad al servicio del capital, utilizan el derecho de forma muy burda. Para convencer a Austria hicieron un documento interpretativo del tratado, que en realidad es muy genérico y no dice nada. Es un documento  que el Consejo Europeo ha decidido  incorporar  al tratado, que se puede hacer porque el Tratado funciona con anexos sin garantías jurídicas,etc. Sin embargo el documento belga no está incorporado al tratado, y el Consejo Europeo ha dicho por activa y pasiva que es un documento que no lo incorpora, porque es un documento de más intensidad respecto al de Austria ,porque establece en el tema del arbitraje y en alguna otra cuestión, alguna contradicción muy fuerte. Lo que hay que decir es que ha pasado primer eslabón, de un camino. La respuesta del movimiento social sigue en pie, y lo aprobado en Bélgica tiene una apertura de contradicciones con lo que el CETA está estableciendo.

 

«CANADÁ NI HACIA DENTRO NI HACIA FUERA ES EL SÍMBOLO DE DEMOCRACIA»

 

Que sigue la pelea, quiere decir.

La lucha sigue, la pelea sigue. Oía en la radio que la firma con Canadá es lo más cercano a los valores de la UE y que es un país democrático. Sin entrar en detalles, hay que subrayar dos  cosas en el  Tribunal Permanente de los Pueblos hemos hecho una sesión no hace demasiado tiempo en Canadá juzgando a las mineras canadienses. Canadá ni hacia dentro ni hacia fuera es símbolo de la democracia. Hay que acabar con estos mitos. Es igual que para muchos vascos y vascas Méjico es un símbolo de la modernidad. No es cierto. Es un verdadero horror, lo digo desde el NAFTA. Es una verdadero horror de economía criminal con economia legal. Pero Canadá es verdad que puede tener una cierta tradición democrática en algunos aspectos, respecto a la internacionalización de sus empresas es tremendo. Las canadienses mineras están haciendo verdaderos estragos en America latina con las minas de cielo abierto y es un pais que ha utilizado mucho los mecanismos de arbitraje. Es un pais con el que hay que tener mucho cuidado. Y decir que coincide en los valores, habría que ver en el qué. Porque en cuestiones energéticas,  sabemos que Canadá con el fracking no va a ser neutral, el CETA mantiene todo lo que tiene que ver con privatización del poder legislativo, lo que tiene que ver con la privatización del poder judicial. Y cuestiones de protección para trabajadores y trabajadoras, la protección de los derechos laborales canadienses es muy inferior a la ya debilitada protección  europea.

Lo que sí debemos añadir que el hecho de que haya llegado, de nuevo, Mariano Rajoy al Gobierno, veremos como queda reforma laboral. La aprobación del CETA y  la presión sobre el TTIP son presiones sobre un terreno abonado para que las reformas laborales se sigan profundizando. Porque tanto Canadá como Estados Unidos, que no han ratificado convenios muy importantes en relación al trabajo de la OIT,  cuentan con sistemas de relaciones laborales muy sostenidas sobre el contrato de trabajo, frente a la negociación colectiva,  el sindicalismo, la huelga… tienden a devaluarse en una supuesta igualdad de la contractualización laboral, que es claramente asimétrica, entre trabajador y empresario, la legislación sobre el amianto, etc. Y el  CETA impulsa esa cuestión de desigualdad.

 

Y, por ultimo, el CETA entraña otra cuestión gravísima como es que muchísimas empresas norteamericanas tiene filiales o sedes pantalla en Canadá, para utilizar el tema del arbitraje a su favor para iniciar demandas contra los estados. Es verdad que en el acuerdo provisional, el arbitraje no va a entrar. Pero hay que verlo como queda el texto final provisional. Pero la ruta que han marcado es implacable, pero lo que se ha hecho de presión sobre Parlamento soberano (que me da igual sean 3,5 millones, sobre 500 millones UE) significa que no se ha respetado la voluntad democrática. Hablar de valores respecto a Estados Unidos y Canadá en la actual lógica jurídica, política y económica de la UE nos produce cierto rubor, en el mejor de los casos.

 

Es evidente que la presión oficial de la UE ha situado, de nuevo, a las transnacionales por delante de las personas y los pueblos. A ese respecto,  ¿qué valoración hace de la semana en la ONU en Ginebra?

La semana que hemos tenido en Ginebra ha sido intensa.  Tiene dos partes. Una, un debate interior en la ONU de carácter institucional con distintas delegaciones de los estados. Hay un dato que la UE ha estado, cuando en la anterior ocasión en 2014 no se presentó, lo mismo que misiones diplomáticas de diferentes países europeos. La impresión que tengo es que la presidenta de esa comisión, que es de Ecuador y Suráfrica, que ha llevado la voz varios países africanos, Bolivia y Cuba han jugado un papel muy fuerte hacia la aprobación de un tratado de control de las empresas transnacionales. Apuestan fuerte.

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¿Qué calendario se ha fijado?

En 2017 la presidenta grupo, sra. Espinosa, de Ecuador, tendrá que presentar un documento, quizá no trenzado como un documento de borrador de tratado, pero si un documento más fuerte e intenso, donde aparezcan los primeros mimbres para empezar elaborar el tratado frente a las transnacionales. Buenas noticias, por ese lado, sin duda.

En el otro lado, el más oscuro, es que la UE y grandes países con relaciones con las transnacionales mantienen una posición bastante contraria a ese tratado. Las misiones diplomáticas siguen apostando por los principios jurídicos de voluntariedad, responsabilidad social corporativa, algo unilateral, no exigible, por lo tanto no acaban de ver esta posición del Tratado.

 

En cualquier caso, estå abierta la posición del debate y lo que ha ocurrido esta semana en la ONU es interesante. No ha tenido ningún eco en medios de comunicación, pero han tenido que oír algo, el clamor de los pueblos contra las tremendas vulneraciones que las transnacionales están practicando a lo largo del planeta. Porque desde la organización social Desmantelando el Poder Corporativo han ido como unos 100 representantes líderes y lideresas de movimientos de 29 países, con 40 intervenciones ante el Consejo de Naciones Unidas, y en la carpa exterior donde ha estado el movimiento popular se han producido numerosos encuentros,  en los que también ha estado LAB, junto a sindicatos de Filipinas hablando de la emigración, donde se han explicado todas esas vulneraciones.  Ha quedado claro que las memorias de responsabilidad social corporativa no dicen nada, dicen cosas estupendas, pero hay una cara oculta de esas memorias,  y allí en la ONU se han tenido que oír.  Y es verdad al personal diplomático no le ha gustado escuchar todo eso. Por ejemplo, los diplomáticos de Brasil se enfadaron y molestaron porque se ponía a VALE como un mal ejemplo de transnacional. Porque también comete vulneraciones espantosas en Africa y otros lugares. Tampoco, la misión española no le ha gustado. Porque son daños sobre la naturaleza, sobre los desplazamientos de tierra, vinculaciones con el paramilitarismo, asesinatos, en Guatemala, Honduras, a lo largo de África, Angola, Mozambique y también en el  mundo de los pescadores de Filipinas. Se te encoge el estómago y llevo años en esto. Lo dijeron en el Consejo de la ONU, la vulneración es sistemática. No es una mala empresa, que tiene mala práctica . Es el sistema. Es la tendencia. Es la arquitectura de la impunidad que les permite actuar sin ningún tipo de control. Están peleando para que no haya tratado.

 

¿Se ha plasmado la diferencia dentro con la diplomacia en la ONU y en la calle, en la realidad?

Claro. Es una diferencia abismal. Con diferentes intensidades, porque algunas empresas son más depredadoras que otras, pero, en realidad, es un problema de tendencia. Alguna vez ya lo he dicho en el Parlamento Vasco, pero me gustaría que el lehendakari tomase nota sobre la internacionalización de las empresas vascas, también las Diputaciones. La internacionalización en sí, no es un bien. Tiene que haber mecanismos de control. Hay que saber y comprobar lo que hacen las transnacionales y empresas vascas. Porque, según llegué a Bilbao desde Ginebra, la diputada de Promoción Económica y Empleo de Gipuzkoa está en México, y otra vez diciendo que es un gran país y una gran modernidad. No.. Hay una sentencia del Tribunal Permanente de los Pueblos y otras muchísimas denuncias de lo que está ocurriendo en México sobre vulneraciones de derechos. Que mire bien allí, que sepa con quien habla y que quizá debiera de hablar con representantes de derechos humanos, cm familiares de desaparecidos, de condiciones laborales de los trabajadores y no sólo si vamos a México a desarrollar negocios.

 

O sea, la vulneración de derechos y medio ambiente se escuchó en la ONU.

Así es. Volviendo al Consejo se vio la situación de vulneración. Es la parte que nos anima. La gente fue a decir que nos matan, nos quitan la tierra, nos explotan…pero el nivel de movilización y de lucha de existencia,  de gente muy sencillas campesinos, etc de distintas partes del planeta. Están organizadas, muchísima claridad de lo que está ocurriendo y las  resistencias se transforman también en propuesta. Sabemos, de alguna manera, que el tratado no va a ser la solución. Somos conscientes.  Es una larga lucha. Es un elemento que nos da visibilidad, que puede permitir que el Tratado se construya, y tenemos propuestas específicas y técnicas. Nos decían que es difícil regular, que va ser imposible, nosotros contestamos  que no va ser mucho más difícil que todo lo que estáis haciendo con los tratados de comercio e inversiones, que están tejiendo una endiablada y diabólica  arquitectura jurídica. Y Con el 50% de esa madeja jurídica, podríamos sacar adelante un tratado para control de las Empresas Transnacionales.

 

¿Cuál fue su intervención?

En mi caso, aparecí como experto, invitado por la presidenta de la comisión, la embajadora permanente de Ecuador en la ONU, María Fernanda Espinosa. En la intervención, me moví con propuestas específicas y muy concretas de regulación. Una de ellas, que los estados matrices tiene que regular las deslocalizaciones  y las relocalizaciones. Se puede hacer. No puede ser que el uso de los derechos humanos se convierta en un mecanismo de competitividad. Hay que poner un límite, porque si no es una carrera hacia abajo de los derechos humanos. No puede ser, que volvamos a la revolución industrial y trabajen niños y niñas. Es imposible. Porque vimos como Zara o Mango, están contratado en Turquía a personas refugiadas sirias en condiciones miserables, esa es la carrera hacia abajo en los derechos hacia abajo. Aquí también estamos siempre con la amenaza que se van. Pero sin límite. Y el limite ya está dado y es el sistema internacional de derechos humanos, que nadie lo respeta y está aprobado.

 

 

» VAMOS A PONER EN MARCHA UN CENTRO DE LOS PUEBLOS PARA INSPECCION POPULAR DE LAS TRANSNACIONALES«

 

Puede destacar algunas anécdota.

Anécdota, sí. Me hizo una pregunta misión cubana, brasileña y española. El diplomático español me preguntó como podía hacerse un tratado cuando iba a haber estados que iban a protestar porque atentaba contra su soberanía. Un tratado internacional que iba a quebrar la soberanía. Le contesté, que es un principio central. Hay que diferenciar, orquesta el no diferencio, entre soberanía de estados (de los gobiernos) y de los pueblos. Está claro que el Gobierno mexicano no quiere este tratado, porque defiende a los intereses corporativos, es una alianza plena con las corporaciones transnacionales y participa de la lógica transnacional. No quiere controles internacionales. Pero le dije, y me consta que no le gustó, que todas las personas y pueblos cuyos derechos que están siendo vulnerados por empresas transnacionales españolas estarían encantados de que el Gobierno español aprobara una ley extraterritorial, de manera que si el gobierno suyo no les defiende pudiesen demandar a los tribunales españoles. Hay que diferenciar la soberanía de los estado, de los gobiernos, y soberanía de los pueblos, que sí quieren este tratado y extraterritorialidad porque están vulnerando psus derechos sin tutela judicial. Le dije además que si tiene interés por la soberanía de los pueblos, lo que podría hacer el Gobierno español, que no lo hará, sería incidir en algo que muchos pueblos y gobiernos están de acuerdo: en que los tribunales arbitraje, esos sí vulneran la soberanía, tanto de pueblos y estados. Y el PP está bendiciend el arbitraje, cuando quiebran la soberanía. Contesé a todos

 

¿Cómo ve el resultado?

Positivo. Utilizamos Naciones Unidas para hacer denuncia, expresión de resistencias y ofrecimos alternativas. Porque, por ejemplo, no vamos a esperar a que la ONU ponga en marcha ese tratado, nosotros tenemos nuestros Tratado de los Pueblos y ya lo vamos a poner en marcha, con un Centro de los Pueblos que sistematice denuncias y prepare una inspección popular para saber que hacen las transnacionales. Y articulemos resistencias y luchas. En 2017, además, se empiezan a dar pasos. Ecuador, Suráfrica y Bolivia van adelante, y luego se verá la intensidad del proceso de regulación. Tenemos ganas de sacarlo adelante, pero el impedimento de las transnacionales de los países ricos es total. Imagínate lo que tiene que ver.

 

La presión será brutal, como ha ocurrido con Valonia.

Efectivamente. En  2014, cuando se aprobó la resolución,  la noche anterior hubo muchas llamadas de países ricos desde las empresas transnacionales. Les amenazaron retirar inversiones. La amenaza la tenemos encima de la mesa. Algunos pueblos ven esa presión cada día. Acaban de asesinar a otro dirigente en Honduras. Es uno, tras otro, y es porque es un laboratorio del poder corporativo. Algunos vamos allí, nos pegamos, tenemos ciertas incomodidades y algunos cuando regresan a sus países, regresan al riesgo.  Y hay un punto en el que las empresas transnacionales han dejado de tener miedo.  Y el  pulso está echado.

Juanjo Basterra

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