Tal día como hoy / Gaur bezalako egun batean (2009.11.19)

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Los peritos avalan la veracidad de la denuncia de acoso sexual de las presas en Langraitz contra el que fuera subdirector de seguridad en la prisión, MARIANO MERINO. El juicio queda visto para sentencia tras dos jornadas.

En el año 2010 fue condenado a dos años de prisión y a doce años de inhabilitación por haber hecho ofertas de tipo sexual a dos mujeres presas que se encontraban bajo su custodia en el penal alavés.

A continuación reproduzco parte de la charla que un miembro de Salhaketa ofreció en La Kelo gaztetxea de Santurtzi días antes del comienzo del juicio contra el que fuera subdirector de seguridad de la carcel de Langraitz por abuso sexual y coacciones a 4 presas.

Durante dos días el ex subdirector de seguridad del centro
penitenciario de Langraiz se sentará en el banquillo de la Sección 2ª
de la Audiencia Provincial de Araba, acusado de realizar proposiciones
sexuales a mujeres presas a cambio de obtener beneficios
penitenciarios. En la vista oral de ayer, el acusado, Mariano Merino,
se declaró «absolutamente inocente», mientras que las cuatro mujeres
denunciantes corroboraron que «se sintieron acosadas».

Begoña Cayado, Maria Isabel Muñoz, Gloria Jiménez, Raquel López y la
asociación Salhaketa, en calidad de acusación particular, solicitaron
una pena de diez años de prisión y 36 años de inhabilitación absoluta,
además de una indemnización de 3.000 euros a cada una de las víctimas
por los daños morales ocasionados. La defensa, ejercida por la Abogacía
del Estado español, por su parte, exigió la absolución del ex
subdirector de seguridad de Langraiz, Mariano Merino.

Cuatro años de espera

Han pasado casi cinco años desde que las cuatro mujeres presas
interpusieron la denuncia hasta que ayer compartieran la sala con su
presunto acosador. Los hechos que ayer y hoy serán estudiados en la
Audiencia Provincial de Araba se remontan a finales del año 2004 cuando
familiares de presas en los módulos de mujeres de la cárcel de Langraiz
denunciaron ciertas irregularidades que habría cometido un funcionario
en concreto.

Meses más tarde, en marzo de 2005, una de las mujeres afectadas
decidió armarse de valor y denunciar los hechos ante el Juzgado.
Durante los siguientes meses otras tres internas se sumaron a la
denuncia. El proceso judicial parecía haberse estancado cuando en otoño
de 2007 los tribunales archivaron la causa, al considerar que no había
«indicios suficientes». Sin embargo, Salhaketa no dudo en recurrir el
fallo. Así, el tribunal la admitió y dio la razón a este recurso en
mayo de 2008.

Desde que las afectadas sufrieron los acosos y coacciones hasta que
decidieron cursar las denuncias correspondientes transcurrieron unos
meses -la condición de internamiento de estas mujeres dificultó la
decisión de tomar medidas o no contra el funcionario, por miedo a
represalias-. En ese tiempo los rumores entre las paredes del centro
penitenciario «eran evidentes», como testificaron varias personas
durante la vista oral que arrancó ayer.

Tras el comienzo de los rumores, el entonces director de Langraiz
«recomendó» a Merino abstenerse a entrar al módulo destinado a las
mujeres. Sin embargo, Merino continuó acudiendo a este módulo alegando
que «estos rumores no impedirían su responsabilidad como Policía
interno». Y hasta que se interpusieron las denuncias no presentó su
dimisión, en julio de 2005.

En la vista celebrada ayer, Begoña Cayado, que actualmente se
encuentra en libertad, fue la primera testigo en declarar. «Recuerdo
que hubo una pelea en las duchas y yo me vi involucrada». Ante esta
situación, la denunciante fue llamada al despacho del ex subdirector y,
en contra de lo habitual, no se le abrió ningún parte. «Me dejó claro
que me estaba haciendo un favor. Comenzó a decirme que cada vez que me
miraba a los ojos se fundía en mi mirada, que tenía la boca hecha para
besar, que como mujer me daba un 70% y no por mi inteligencia»,
recordó. Ante estos comentarios Cayado se levantó, pero Merino «la
agarró y la volvió a sentar» y le advirtió «que tenía un mes de plazo
para pensármelo» y que de no acceder a «su juego» su condena sería más
dura y que, además, trasladaría a su compañero a la cárcel de Puerto de
Santa Maria, en Cádiz. Cayado, también testificó que tras poner la
denuncia sufrió el acoso de otros carceleros.

Gloria Jiménez declaró por videoconferencia desde Langraiz, donde
aún se encuentra presa. Jiménez relató que «Merino era el único que le
hacia caso» y por ello, le comunicó su disposición para ingresar en
Proyecto Hombre para tratar sus problemas con la droga. Entonces, «con
miradas lascivas me preguntó si haría lo que fuera». Otro día, «me
arrinconó en su despacho agarrándome por la cintura e intentó besarme,
otra vez también me dio una palmada en el culo», aseguró. Una
funcionaria que también declaró ayer afirmó que en ese momento, por
casualidad, se dirigió al despacho del ex subdirector de seguridad y
vio «al acusado y a Gloria en situación extraña detrás de la puerta».
Añadió que el acusado pasaba mucho tiempo en el módulo de mujeres y que
mantenía una «actitud impropia» para su función.

«Qué mentirosa eres»

La tercera testigo en prestar testimonio fue Maria Isabel Muñoz,
actualmente en libertad. Muñoz aseguró que Merino le ofreció un «quid
pro quo -algo por algo-, me dijo que tenía una sonrisa muy bonita, que
era muy guapa y si no entraba en su juego sería su mayor enemigo». Otra
vez, «en su despacho había un preservativo y unos clinex», confirmó la
testigo. Además, Muñoz declaró que a raíz de cursar la denuncia se
tomaron represalias contra ella: «sólo en una semana registraron 12
veces mi celda y por las noches daban patadas en la puerta».

«Qué mentirosa eres», recriminó el acusado a Muñoz una vez que esta
terminó de prestar declaración. Más tarde, el juez de la sala volvió a
llamar la atención a Merino por su actitud durante la vista. Raquel
López, también en libertad, fue la última víctima en testificar. «Una
vez me llamó a su despacho sobre la tarde noche. Comenzó a decirme que
estaría más guapa si iba al dentista y me arreglaba la boca», dio a
conocer López. «Entonces, se soltó los botones de la camisa y me enseñó
una cicatriz que tenía en el hombro; también me dijo que él me podría
hacer la vida más fácil o más difícil» señaló.

En total, se espera que entre ayer y hoy declaren 22 testigos. La
vista pública continuará hoy por la mañana y probablemente también por
la tarde. Una vez recogidos los testimonios, la Audiencia Provincial de
Araba deberá deliberar si el acusado es culpable o no, y si procede,
cual será su condena.
El acusado opina que se trata de «un montaje» contra él

El ex subdirector de seguridad de la cárcel de Langraiz, Mariano
Moreno, de 54 años y natural de Madrid, acusado de realizar
proposiciones sexuales a varias mujeres presas a cambio de beneficios
penitenciarios, no dudó en calificar los hechos como un «montaje»
contra él.

No reconoció «en absoluto» las imputaciones que recaen sobre su
persona y se declaró «inocente». En su turno, alegó que «nunca» se ha
dirigido a ninguna interna en los términos descritos ayer. Tampoco dudó
en calificar a las cuatro mujeres denunciantes de «yonkis,
problemáticas o de mujeres manipuladoras». Mariano Merino aseguró que
las veces que acudió al módulo de mujeres del penal alavés «era
exclusivamente para cumplir las funciones que requería su cargo».

Afirmaciones como que se «habría encontrado un preservativo» fueron
tachadas de «ridículas y absurdas» por el carcelero. «Yo nunca me he
referido a aspectos físicos, sólo he tratado con ellas por el tema de
drogas o pinchos», y añadió que sólo «velaba por su vida y seguridad».

El acusado admitió haber hecho caso omiso a la recomendación del
entonces director de la prisión de no acudir al módulo de las mujeres
por los rumores que corrían por los pasillos del penal. Sin embargo,
defendió que «unos rumores no impedían desempeñar su trabajo».

El juez de la sala llamó dos veces la atención al acusado por la
actitud que mantuvo durante la vista oral. En una ocasión, Merino tildó
de «mentirosa» a una testigo después de que terminara de prestar
declaración.

(Fuente: Gara)

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