En este siglo XXI han fallecido por accidentes
de trabajo y amianto 2.928 trabajadores en Euskal
Herria
Veintidós años desde la entrada en vigor de la Ley de Prevención de
Riesgos Laborales (LPRL) en el Estado español un 10 de febrero la
situación no ha mejorado: el 37% de los trabajadores considera que su
trabajo afecta de forma negativa a su salud. La precariedad, los
ritmos elevados de trabajo y la presión que ejercen sobre los
trabajadores eleva el deterioro de las condiciones de la salud en los
centros de trabajo. Es un problema que no cesa, y que mantiene
elevada la tasa de siniestralidad y mortalidad de trabajadores y
trabajadoras.
En Hego Euskal Herria en este siglo han fallecido 2.928 trabajadores hasta la
fecha: 1.522 personas murieron en accidentes de trabajo, 9 de ellos desde el
comienzo de este año 2018; los otros 1.406 fallecieron por amianto desde el
inicio de este siglo, aunque las estadísticas por enfermedades profesionales
en la Unión Europea muestran que fallecen veinte personas por cada muerte
en el trabajo. Un auténtico drama que se oculta a nivel oficial. En pleno siglo
XXI el trabajo sigue matando y la prevención de riesgos laborales no se
produce. Lo que cuentan, igual que ayer, son los beneficios, no la seguridad
y la salud de los trabajadores.
Es evidente que los lugares de trabajo no son "considerados como lugares
para vivir, como explica Laurent Vogel, investigador del Instituto Sindical
Europeo (ETUI). Lo que no admitimos en las áreas de salud de los
consumidores y la protección del medio ambiente no puede ser admitido en
el lugar de trabajo, precisa.
La última encuesta sobre condiciones de vida en el trabajo en el Estado
español determina que el 37% de los trabajadores considera que su trabajo
afecta de forma negativa a su salud. Este porcentaje ha aumentado en diez
puntos en cinco años. Más de un 6% de los trabajadores no tiene contrato y,
esa realidad, afecta a sus condiciones de prevención de la salud.
Un 21,1% de los trabajadores trabaja con contrato a tiempo parcial y, según
se expone, la prevención de riesgos laborales es una dificultad añadida.
Porque se debe añadir que otro 27% de los trabajadores están con contratos
temporales. Y la mitad de los accidentes laborales tienen lugar en los dos
primeros meses de contrato. En cambio, hay un 22,4% de trabajadores que
realizan una jornada laboral de más de 40 horas, lo que eleva el riesgo. Lo
que concluye con que "la exposición a riesgos físicos y ambientales no
mejora.
Así los riesgos más extendidos siguen siendo la exposición durante al menos
una cuarta parte del tiempo de trabajo diario, a movimientos repetitivos de
manos o brazos, que afecta al 69% de los trabajadores, las posiciones
dolorosas o fatigantes (54%) y llevar o mover cargas pesadas (37%). La
actividad de levantar o mover personas implica al 11% de los trabajadores.
También se observa que desde 2010 ha aumentado la exposición a todos
ellos", como explica la encuesta.
En cuanto al número de días de trabajo semanal se observa un incremento
de la proporción de ocupados que trabajan menos de cinco días a la semana
(5% en 2010 y 8% en 2015) y de los que trabajan los siete días de la semana
(5% en 2010 y 7% en 2015). La duración media de la semana laboral se ha
venido reduciendo en los últimos años, de 40,3 horas en 2005 a 36,9 horas
en 2015 en el conjunto del Estado español. Esta evolución está en
consonancia con el significativo aumento del porcentaje de trabajadores que
realizan menos de 35 horas, debido a los contratos superprecarios. Así la
encuesta destaca que si bien la mitad de los trabajadores se encuentran
satisfechos con la duración de su jornada laboral, aquellos que exceden las
40 horas semanales desearían trabajar menos y, por el contrario, aquellos
que trabajan menos de 35 optarían, si pudieran, por trabajar más horas. En
este último grupo son mayoría los jóvenes de hasta 35 años y las mujeres.
MUJERES Y TRABAJO
Las mujeres son quienes acumulan más horas de trabajo totales, sumando a
las actividades remuneradas las no remuneradas: labores domésticas y
cuidado de familiares. De esta forma, si los hombres, de media, dedican 14
horas semanales a estas actividades no remuneradas (tanto si tienen jornada
completa como si tienen jornada parcial), las mujeres dedican 25 horas con
jornada completa y, con jornada parcial, hasta 30 horas.
El 37% de los trabajadores considera que su trabajo afecta de forma
negativa a su salud. Esta percepción ha visto aumentada su magnitud en los
últimos años, incrementándose en 10 puntos el porcentaje de trabajadores
que asocian la actividad laboral con el deterioro de la salud. Son los
hombres, los mayores, los trabajadores de la Construcción y de la actividad
sanitaria los colectivos que presentan una percepción más negativa al
respecto.
Pero los trastornos musculoesqueléticos siguen siendo los problemas más
habituales de salud. Así, las dolencias localizadas en cuello-hombro- brazo-
mano se igualan, en frecuencia, a las dolencias de espalda (45% y 46%,
respectivamente). Otros síntomas, tales como el cansancio general (45%), la
cefalea o la fatiga visual (36%) y la ansiedad (17%) han visto incrementado
su impacto, con prevalencias que superan sensiblemente a las de cinco años
antes.
En particular, el estrés en el trabajo afecta, “siempre o casi siempre” al 30%
de los trabajadores, viéndose incrementada su magnitud en los últimos cinco
años. Aunque es un problema creciente, no afecta por igual a todos los
trabajadores, destacando el sector de la Salud como la actividad con mayor
proporción de aquejados, señala.
Por otra parte, el 16% de los trabajadores tiene dificultades, a diario o
semanalmente, para conciliar el sueño, un 20% se despierta varias veces
durante el sueño y el 19% se despierta cansado o fatigado. Las dificultades
para alcanzar un descanso reparador parecen ser más notables entre las
mujeres, los trabajadores mayores y en ciertas actividades como la sanitaria.
Por otro lado, casi un tercio de los trabajadores comunica que han perdido
algún día de trabajo por una baja médica o por motivos de salud, en el último
año, siendo este porcentaje muy similar al de 2010. En promedio, por cada
100 días de baja médica al año, 22 serían atribuibles a accidente de trabajo,
proporción que es superior en hombres, trabajadores mayores y en las
actividades de Transporte y Construcción.
De esos 100 días de baja, 32 serían atribuibles a problemas de salud
relacionados o empeorados por el trabajo, siendo esta última estimación
superior entre las mujeres y en las actividades de Educación y Salud.
Además, el 41% de los trabajadores afirman que, en los últimos 12 meses,
han trabajado estando enfermos. Este porcentaje es algo superior al
observado en la Encuesta de 2010 (35%). En 2015 esta prevalencia es
sensiblemente más alta entre las mujeres (45%), los trabajadores de 35 a 49
años (44%), los trabajadores de la Salud (48%) y los autónomos (47%).
La encuesta también valora los ingresos sobre los efectos de la salud. Así,
se fijan tres categorías: una que denominamos de “ingresos bajos”, para
quienes no superan los 14.400 euros al año (o 1.200 al mes); otra de
“ingresos medios”, en los que se integran quienes reciben entre 14.401 y
24.000 euros al año (entre 1.201 y 2.000 al mes); y una tercera de “ingresos
altos”, para quienes obtienen más de 24.000 euros al año (más de 2.000 al
mes). La distribución de ingresos muestra una neta diferenciación por
género (tres de cada cuatro mujeres declaran tener ingresos bajos, por la
mitad de los hombres) y edad (el 75% de los menores de 35 años obtienen
por su trabajo salarios bajos, frente al 54% de los trabajadores de mayor
edad).
Problemas de salud de larga duración
Un 11% de los trabajadores sufre alguna enfermedad o problema de salud de
larga duración (que dure o se presuma que vaya a durar seis meses o más).
Esta prevalencia se incrementa notablemente conforme aumenta la edad,
afectando al 16% de los encuestados de 50 o más años.
Según la OIT, en el mundo las enfermedades relacionadas con el trabajo
causan la muerte de 2 millones de trabajadores y 350.000 muertes causadas
por accidentes laborales. Cada día se producen 6.300 muertes. Un drama
que no se ataja.
Juanjo Basterra