Análisis sobre la moción de censura: Redefinición de ejes de disputa y bloques políticos

Un comentario

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OPINIÓN: Egoitz Askasibar
 
Trataré de centrar este análisis desde el punto de de la ética teleológica, la ética de las consecuencias. 
Por ello, se da por supuesto el carácter de partido del régimen del 78 del PSOE, así como las características de nula fiabilidad, falsedad de palabra, así como de contradictoriedad de la figura de Pedro Sánchez. Sin embargo, la importancia del análisis político reside más en interpretar las claves de la coyuntura actual y poder hacer un ejercicio de prospectiva de cara al futuro, qué en describir las características, desde un punto de vista moral, de uno de los actores políticos. 
 
Adentrándonos en el análisis de las consecuencias de la propia moción de censura, el elemento más significativo de ella, supone que ha hecho saltar por los aires el tablero político estatal. Esta alteración del tablero político, se manifiesta, o comenzará a ejercer, en dos dimensiones. 
 
La primera de ellas, responde al desplazamiento de ejes de disputa política que corre el riesgo de darse. La segunda, intrínsecamente relacionada con la primera, hace referencia a la reconfiguración de los bloques, grupos, de dicho tablero. 
 
PSOE, PP y Ciudadanos, han constituido durante los últimos años los principales actores políticos del régimen del 78. En ese sentido, coincidían en los elementos básicos de salvaguarda de dicho régimen, manifestándose en la simbólica sacralización de la Constitución, o en la negación del derecho a decidir como consecuencia de su visión nacional-imperial española. 
 
Este alineamiento, unido al proceso democrático soberanista catalán, delimitaba un eje en el que los partidos del régimen se situaban en uno de los lados, y en el que las diferencias trataban de establecerse en la medida de la dureza de cada uno de los partidos que componían el régimen. 
 
Probablemente, la moción de censura, el nuevo alineamiento de fuerzas que ha acarreado, supondrá la irrupción de nuevos ejes, que a buen seguro dividirán a estos actores del régimen del 78. 
 
La mayoría de los actores que han sustentado a Pedro Sánchez de cara a su investidura, son antagonistas directos del régimen del 78 en diversas de sus formas. Este nuevo de esquema de alianzas, podrá suponer, a buen seguro, un elemento divisor de los actores del citado régimen del 78. 
 
Recurriendo a las metáforas, y tomado prestado el apelativo despectivo empleado tanto por el Partido Popular como por Ciudadanos de Frankenstein para epitetar a los que apoyaban a Sánchez, qué hace referencia a la pluralidad de los sujetos confabulados, bien se podría epitetar al bloque oponente como bloque de Franconstein, dadas las coordenadas ideologicas de ese bloque de orientación política neofranquista. Pues bien, muy probablemente, los nuevos bloques que determinarán un nuevo eje de disputa, respondan a las metáforas de Frankenstein por un lado, y Franconstein por otro, en el cual los actores neofranquistas se dedicarán a atacar y desgastar el gobierno de Sánchez. 
 
Es muy probable que los meses venideros se asemejen a los años de la era Zapatero, caracterizados por una encarnizada oposición de la derecha neofranquista, y en la que el uso del Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, los principales grupos mediaticos, las principales asociaciones de la patronal, policía, guardia civil, la iglesia, o determinadas asociaciones de víctimas del terrorismo, como armas de guerra, vaya a ser una constante del ciclo político venidero. En ese sentido, resultará esclarecedor ver como gobernar no tiene por qué ser sinónimo de tener el poder. 
 
Vienen años muy duros en el que el lado neofranquista del régimen del 78 tratará de tensionar la sociedad, las calles, y desgastar al gobierno de Sánchez. La correlación de fuerzas en el seno del Estado español es la que es, el neofranquismo sociológico es probablemente hegemónico, por lo que extraer la conclusión de victoria o de cambio como consecuencia de la victoria de Sánchez en la moción de censura chocará con la realidad hegemónica neofranquista de las calles los medios de comunicación y los poderes establecidos. 
 
Por otro lado, y volviendo la mirada a Euskal herria, el nuevo escenario, puede presentar una ventana de oportunidad de cara a consecuencias del conflicto político armado que hemos vivido durante las últimas décadas. El PSOE dista mucho de tener la condición victoriosa franquista del Partido Popular en relación a esta materia y que ha supuesto una irresponsable actitud sin parangón en el mundo entero de cara a la gestión de cuestiones relacionadas con las consecuencias de la fase de enfrentamiento armado, como por ejemplo, la de presos y presas. 
 
En este sentido, sin tener que sufrir un elevado coste político, bien podría el PSOE transferir las competencias de prisiones tanto al Gobierno Vasco como al navarro, y contribuir de esa manera a un tratamiento de la cuestión acorde con la responsabilidad histórica qué implica la gestión del cierre de un ciclo armado. 
 
En cualquier caso, nos hallaremos ante escenarios muy volátiles y de tensionamiento político extremo, en el marco de una agudizada crisis de régimen, en el que tanto los peligros como las oportunidades son los principales elementos característicos de dicha fase.
Egoitz Askasibar

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